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Desde siempre ha sido preponderante el papel de la mujer en la enseñanza, aún en la actualidad la mayoría de los claustros continúan formados por mujeres, dejando a los hombres relegados a una minoría meramente representativa. En la enseñanza no existen celos profesionales entre ambos sexos y la igualdad es cada vez más patente. Unas y otros colaboran compartiendo un común objetivo: dar a cada alumna y a cada alumno los instrumentos válidos para integrarse plenamente en la sociedad.
De cualquier modo, es la mujer la que más se implica, como norma general, para impulsar en el alumnado las capacidades afectivas, quizás porque el hombre, a estas alturas de la Historia, todavía siente miedo a desarrollar toda su dimensión humana. Sin embargo, son cada vez más los hombres que se incorporan a la tarea educativa asumiendo que, sin un adecuado desarrollo de la afectividad, la educación carece de sentido.
De cualquier modo, es la mujer la que más se implica, como norma general, para impulsar en el alumnado las capacidades afectivas, quizás porque el hombre, a estas alturas de la Historia, todavía siente miedo a desarrollar toda su dimensión humana. Sin embargo, son cada vez más los hombres que se incorporan a la tarea educativa asumiendo que, sin un adecuado desarrollo de la afectividad, la educación carece de sentido.
