Este Blog sólo pretende ser una reflexión sobre algunos temas que giran como un tiovivo en mi cerebro. Quizás tú puedas hacer que en algún momento cesen de dar vueltas.
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domingo, 20 de marzo de 2011

ENERGÍA NUCLEAR: ¡NO, GRACIAS!


El último gran terremoto de Japón y el posterior tsunami han dejado al aire las vergüenzas de la energía nuclear. Vaya por delante mi oposición rotunda a este tipo de energías que entrañan un gravísimo peligro para la naturaleza y para la humanidad, ya que cualquier error, por exiguo que sea, puede ocasionar un desastre de incalculables proporciones. Basta recordar el episodio acontecido con la Central ucraniana de Chernóbil el 26 de abril de 1986, considerándose hasta el día de hoy uno de las mayores catástrofes medioambientales de la historia. Aquel fatídico día y debido a un corte de suministro eléctrico, se produjo un desproporcionado aumento de potencia en el reactor número cuatro de la central nuclear, originando el sobrecalentamiento del núcleo del reactor, y terminando por provocar la explosión del hidrógeno acumulado en su interior. Ingentes cantidades de dióxido de uranio, carburo de boro, óxido de europio, erbio, aleaciones de circonio, todos ellos materiales altamente radiactivos, fueron arrojadas a la atmósfera, estimándose el vertido quinientas veces superior al liberado por Little Boy, la bomba atómica que arrojaron los norteamericanos el seis de agosto de 1945, desde el macabro B-29 Enola Gay, sobre Hiroshima como gran colofón de la II Guerra Mundial. Una energía que tuvo su origen y su causa en el desarrollo de una potente arma de guerra, capaz de aniquilar a más de 140.000 seres humanos, nunca podrá ser considerada por la humanidad como fiable y amiga por el grado de destrucción implícita que comporta.

A veinticinco años del accidente nuclear de Chernóbil y sesenta y seis años después de la masacre de Hiroshima y Nagasaki, esta vez debido a las fuerzas de la naturaleza, nos encontramos a las puertas de otra hecatombe atómica en el mismo corazón del imperio japonés. El accidente de Fukushima ha demostrado a todas luces que el ser humano, aunque se empeñe en lo contrario, continúa siendo un ser frágil y limitado dentro de la naturaleza y, por mucho que lo desee, no puede terminar de controlar todo lo que acontece en ella. En esta ocasión ha sido un gran terremoto y un posterior tsunami los que han puesto en jaque a la energía nuclear, desatando la preocupación en el resto del mundo debido a las extremas medidas de seguridad que gozan las centrales niponas, aunque a la postre se hayan visto insuficientes para contener la amenaza de contaminación radiactiva.

España cuenta en la actualidad con siete centrales nucleares en pleno rendimiento: José Cabrera - Zorita y Trillo en Guadalajara, Santa María de Garoña en Burgos, Almaraz en Cáceres, Ascó y Vandellós II en Tarragona, y por último, Cofrentes en Valencia. Entre todas ellas aportan aproximadamente el 20% del total de la energía que se consume en nuestro país. España continúa siendo totalmente dependiente del exterior en energía ya que carece de yacimientos de petróleo y gas, siendo las fuentes energéticas del carbón, la hidráulica, la nuclear y las energías renovables, como la eólica y la solar, totalmente insuficientes para el autoabastecimiento energético. Un análisis pormenorizado y exhaustivo de las necesidades energéticas que tiene nuestro país, hace que voces autorizadas de diversos espectros profesionales y políticos propugnen la necesidad de implementar la instalación de nuevas centrales nucleares en suelo español, aunque la gran mayoría de la población esté en contra de la utilización de este tipo de energía por los inconvenientes de seguridad y por la generación de residuos sólidos y líquidos de alta radiactividad, que permanecen latentes durante miles de años, problemas que hasta la fecha no han sido resueltos y que tienen difícil solución en un futuro inmediato. Por ahora sigo gritando bien alto: Energía Nuclear ¡No, gracias!