Este Blog sólo pretende ser una reflexión sobre algunos temas que giran como un tiovivo en mi cerebro. Quizás tú puedas hacer que en algún momento cesen de dar vueltas.
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viernes, 8 de octubre de 2010

Vicente Ferrer: otro Mahatma sin el Premio Nobel de la Paz





"He declarado la guerra al dolor y al sufrimiento
y he firmado un compromiso de paz:
contribuir a la unidad entre las naciones y los pueblos"

"
La pobreza y el sufrimiento
no están para que los entendamos,
sino para que los resolvamos"

"No quiero que me recuerden
cuando muera, que me dejen en paz...
allí volveré a hacer otra Fundación Vicente Ferrer"

"¿Qué necesidad tengo de buscar la verdad
si cualquier acción en favor de los demás contiene
todas las filosofías, todas las religiones y a Dios?"


VICENTE FERRER



No cuestiono en absoluto que el Comité noruego para el Nobel haya decidido otorgar este año el Nobel de la Paz al escritor y disidente chino Liu Xiaobo, uno de los líderes de las protestas de Tiananmen de 1989. Sin lugar a dudas que es merecedor del más prestigioso reconocimiento internacional por su firme decisión de luchar contra las estructuras del poder de China y por su lucha no violenta en favor de los más esenciales derechos del pueblo chino. El espaldarazo del Nobel de la Paz debe servir, seguramente, como acicate para que consiga su libertad después de llevar dos años en las cárceles del régimen de Pekín. Creo que no es la gran autoridad moral de Liu Xiaobo lo que está en duda, como tampoco lo fueron en su día Madre Teresa, Nelson Mandela, el Dalai Lama o Aung San Suu Kyi, por citar tan sólo a algunos de los más ilustres receptores del Nobel.
Sin embargo, también es cierto que el Premio Nobel de la Paz se ha otorgado en numerosas ocasiones a personalidades que nada o casi nada han hecho para ser merecedoras del Premio, dejando tras de sí una estela de politización en el Nobel. Tal es caso de Henry Kissinger, Le Duc Tho, Anwar al-Sadat, Menachem Begin o el mismo Barack Obama, merecedor de tan insigne galardón en el año 2009, al poco tiempo de comenzar su mandato y sin ningún motivo firme para la concesión del premio.

Cuando Alfred Nobel institucionalizó el Premio en su testamento lo hizo con arreglo a la siguiente cláusula: El Premio Nobel de la Paz será “para la persona que más haya hecho por la fraternidad entre naciones, la abolición o reducción de los ejércitos y por la promoción de la paz.” Basta releer algunos de los nombres citados anteriormente para alcanzar a comprender que algunas veces, quizás demasiadas, el Comité del Nobel no cumple el deseo del fundador. Precisamente por ello, nunca le fue otorgado dicho premio al mayor precursor de la No Violencia del siglo XX, Mahatma Gandhi, aunque estuviera nominado en cinco ocasiones, debido a las presiones del Reino Unido. Tuvo que llegar 1989 para que el Presidente del Comité del Nobel dijera en la ceremonia de entrega que el Premio Nobel de la Paz al Dalai Lama era “en parte, un tributo a la memoria de Mahatma Gandhi”, reconociendo implícitamente que fue una clara y rotunda injusticia lo que se cometió con aquel hombre sencillo hindú de alma grande que se convertiría con el paso de los años en el paradigma de la No Violencia y en el icono internacional de la Paz, de tal modo que hoy en día no se concibe pensar en la paz sin que asome a nuestra razón la fotografía de Gandhi.

Hoy vuelve a ser otro día triste, demasiado triste para la Paz con mayúscula. Esa paz que generalmente fraguan y forjan los hombres y mujeres que, como a Mahatma Gandhi o a Vicente Ferrer, les gusta escribir los renglones de la historia de la humanidad con minúsculas e intentando pasar desapercibidos porque lo verdaderamente importante son los seres humanos a los que han consagrado su vida. Sí, hoy es otro día triste, tampoco este año ha conseguido la Fundación Vicente Ferrer el Premio Nobel de la Paz y si no lo ha hecho no es porque le falten méritos para ello. En absoluto, creo firmemente que no existe fundación ni persona en el mundo más comprometidas con los valores que preconizaba Alfred Nobel que La Fundación Vicente Ferrer y, por supuesto, el mismo Vicente. Por segunda vez en la historia del Nobel se le vuelve a negar a otro hindú de corazón, a otro Mahatma, el derecho al Premio Nobel de la Paz.

2 comentarios:

Amelia Díaz dijo...

Es lo que tiene escribir en minúsculas, el ser humildes ...tal vez el SER y no el aparentar...

No hace falta decir mucho más, Jose, tú lo has escrito/descrito pefectamente.

Es una injusticia. Y una pena.

Elvira Daudet dijo...

Querido amigo Noray:

Estoy absolutamente de acuerdo con tu reivindicación del Nobel de la Paz para Vicente Ferrer.
Me sumo a la protesta contra la intolerable política laboral del PSOE, que, ¡tiene güasa!, está actúando como la Thatcher, con su política de tierra quemada, que acabó con los sindicatos y los derechos de los trabajadores. No sé qué necesita la gente de ahora para echarse a la calle.
Un abrazo y gracias por tus comentarios. Elvira