en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad."
Canto a la libertad, JOSÉ ANTONIO LABORDETA
Con la muerte de Marcelino Camacho desaparece una de las figuras claves del final de la dictadura franquista y de la Transición Española. No en vano fue Camacho, como líder indiscutible de Comisiones Obreras, junto a Nicolás Redondo, dirigente de la UGT, quien articuló el movimiento sindical en una España que todavía estaba bostezando el aire represivo de los cuarenta largos años.
Marcelino Camacho sufrió, como el que más, en carne propia el yugo de la dictadura, siendo encarcelado en diversas ocasiones por su ardorosa defensa de las libertades y viéndose obligado a exiliarse a Francia para regresar definitivamente en 1957 sin haber perdido nunca el objetivo sindical gracias a su militancia activa en la CGT francesa.
Al contrario, es a partir de finales de los cincuenta y principios de los sesenta cuando comienza a gestarse y a afianzarse la gran figura sindical que luego resulto ser, convirtiéndose en el afiliado número uno del nuevo sindicato de Comisiones Obreras. No puede pensarse la España del último cuarto del siglo XX sin la presencia y contribución del Camarada Marcelino en la construcción del tejido sindical, político, social y democrático, siendo uno de los más grandes impulsores de los Pactos de la Moncloa.
Por todo ello, es justo considerar a Marcelino Camacho como uno de esos escasos Hombres de Estado que ha tenido este país y que a día de hoy continuamos esperando que aparezcan, aunque tal y como anda el patio de revuelto creo que ese milagro no sucederá en los años venideros.
Sirva pues este breve texto para rendirle tributo al ejemplar ser humano que entregó los mejores años de su vida por las libertades del resto de los españoles y que, a pesar de su gran proyección mediática, continuó hasta el final de sus días siendo el mismo hombre íntegro, honesto y sencillo que siempre fue.
"Ni nos domaron, ni nos doblaron ni nos van a domesticar" MARCELINO CAMACHO
2 comentarios:
Qué buena entrada, Jose querido.
Has sabido hacer un precioso homenaje entremezclando el canto de Labordeta y la labor enorme de Marcelino.
Y, para mí, la fecha ha resultado mucho más significativa. Mi padre se habrá puesto hoy, en algún lugar, sus pantalones de pana y su sueter de cuello alto para recibirle.
Y, tal vez, en vez de un puño en alto, hoy el gesto haya sido un abrazo.
Como el que yo te doy.
Y un beso.
Sus últimas palabras:
"si uno se cae, se levanta
inmediatamente y sigue
adelante"
Demuestran el gran hombre
que era.
Vaya para él mi homenaje
junto al tuyo.
Un abrazo
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